Señor alcalde, señor concejal de
Cultura y miembros de la corporación.
Señoras y señores, amigos todos.
Con gran rubor asisto a unos actos
que a mi se refieren y, por añadidura, escucho unos elogios que mas bien
parecen exagerados "sajumerios". Pero ya se sabe que es de bien nacidos
ser agradecidos y por supuesto agradezco al Ayuntamiento de Guía en la
persona de su alcalde, don Fernando Bañolas y al resto de la corporación
sin distinción del color político, la organización de unos actos en los
que aparezco como protagonista principal. Y a los oradores, entrañables
amigos todos, que han glosado generosamente algunas de mis facetas
profesionales dentro del periodismo o de la investigación histórica.
En primer lugar he de referirme a la
calle que, a partir de ahora, llevará mi nombre, precisamente la calle
donde se encuentra la casa en una de cuyas de habitaciones vine al mundo
situada en "Las Barreras", escenario íntimo donde transcurrieron los
primeros años de mi infancia hasta que, a los doce, mis padres se
trasladaron a vivir a Las Palmas, aún a pesar de lo cual siempre he
mantenido una grande vinculación con este pueblo y siempre se mantuvo en
mí el amor extraordinario por sus cosas y por su historia al punto de
convertirse en verdadera pasión. En aquella casa en que nací, en "Las
Barreras", topónimo que ya se registra en documentos tan antiguos que
datan de 1525 cuando Juan Rodríguez de Orihuela casado con Isabel hija del
fundador Sancho de Vargas lo cita en los límites de unas tierras de su
propiedad, en aquella casa, digo, el ayuntamiento tuvo la gentileza de
colocar y descubrir en agosto del año 2000 una placa recordando mi
natalicio en ella, gesto que agradecí entonces y que reitero de nuevo. En
aquel momento y ahora tuve y quiero tener un recuerdo especial para mis
padres por haberme dado la vida y la oportunidad de nacer en Guía
Desde aquella entonces despejada
atalaya se contemplaban, y contemplaba yo de niño, paisajes que igualmente
se mantienen en mi retina, algunos taponados hoy por nuevas y altas
construcciones, teniendo a lo lejos a Gáldar y su montaña de Amagro y
presidiendo como fantástico telón de fondo el majestuoso y simétrico Pico
y barrio de La Atalaya.
Aquella calle que sirvió de
escenario cotidiano de mi niñez y que empezaba detrás de la ermita de San
Roque para acabar en la Cuesta Caraballo, no era la populosa vía de
nuestros días con edificios a un lado y a otro. En aquellos ya lejanos
tiempos tenía la calle escasas cinco casas: a mano izquierda donde vivía
Yoyito el enfermero y luego Francisco el latonero y junto a ella la de
Severito, el padre de José Carlos González Ruiz. Y un poco más arriba, en
"Las Barreras", la de mis padres, la de maestro Antonio Luz y la de
Cenobito. El resto de la vía, a un lado y al otro, eran plataneras y
algunos cercados dedicados a cultivo variado.
Por si fuera poco ha seguido al
descubrimiento del rótulo de la calle la organización de este acto
institucional para entregárseme la Medalla conmemorativa de Cronista
Oficial según recoge los estatutos de la Cronistía aprobados por el
Ayuntamiento hace poco más de un años. Lo agradezco infinitamente al
tiempo que aclaro que el resto de las oratorias dedicadas a mi persona que
no fueran las protocolarias en referencia al acto en sí han estado de más
porque he de confesar que lo poco que he podido hacer por Guía ha sido
producto del amor apasionado que el cronista siente por su pueblo nativo.
Desde que hace ya casi cincuenta años, compaginándolo con mi profesión de
periodista, iniciamos la tarea investigadora apenas cumplidos los veinte,
no he tenido otra afición y dedicación, aparte las propias de la profesión
periodística, que bucear en los archivos para recuperar noticias y
acontecimientos referidos a la vieja historia de nuestro pueblo para
darlos a conocer en libros y artículos en periódicos y revistas. Así que
nada tienen que agradecerme. Lo he hecho y hago con sumo placer y así
seguirá hasta el final de mi vida.
De todo corazón renuevo las gracias
al señor alcalde y resto de la corporación por estos entrañables actos que
superan lo imaginado. Y también es justo dar las gracias a los que han
glosado un poco mi vida profesional e investigadora, y aunque se hayan
excedido no por eso dejo de agradecerlo.
Y como si de un acto de reciprocidad
se tratara, como si hubiera pensado que tendría que agradecer estos
generosos gestos municipales, que desde luego ignoraba hace mucho tiempo
fueran a suceder, yo uno a mi expresada gratitud la dichosa casualidad que
supone que este año regale a Guía la publicación de tres nuevos libros que
recogen algunos otros aspectos de la historia de nuestro pueblo: la
reedición, ampliada, de la biografía de Luján que editó en 1990 la Caja de
Canarias y ahora ve la luz en breves semanas publicado por la Dirección
General del Libro del Gobierno de Canarias a sugerencia de este
ayuntamiento al cumplirse los 250 años del nacimiento del escultor; la
trascripción de la inédita "Relación Genealógica" del guiense fray Juan
Suárez de Quintana, original guardado en El Museo Canario e inconsultable
por su deteriorado estado, y que incluye una biografía del franciscano del
que, hasta ahora, no conocíamos casi nada editado por la Caja de Canarias.
Y también, editado por el Cabildo, la trascripción del libro primero de
bautizos de la iglesia de Guía que incluye las partidas registradas entre
1565 y 1636. Además, del proyecto que tiene la Fundación Mapfre-Guanarteme
para editar la trascripción del "Diario" del memorialista guiense don Juan
Batista Palenzuela, cuyo original guardo en mi archivo-biblioteca
Muchas gracias a todos por arroparme
en estos importantes actos y de los que he sido protagonista sin quererlo,
repitiendo sin empacho que los homenajes deben tributarse a las personas
en vida para que los disfrute y no esperar a que se conviertan en
homenajes póstumos, que no es, por lo que estamos viendo, mi caso.
Dios ha sido muy generoso conmigo y
disfruto y gozo del reconocimiento de las Instituciones y de las gentes.
Y, además, se ha cumplido aquella máxima a la que aspira todo hombre:
tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. He tenido tres hijos,
que confiesan que me adoran, con la mujer y esposa que me ha hecho feliz y
ha sido y es mi gran apoyo y me ha alentado en muchas empresas
profesionales y literarias en los que algunas veces temí desfallecer; he
plantado muchos árboles (tengo buena mano, dice mi mujer) y he escrito,
hasta el momento, doce libros, todos sobre Guía. A partir de ahora, lo que
pueda seguir haciendo, que no será por falta de entusiasmo e ilusión,
hasta que Dios quiera.
Muchas gracias.