viernes, 25 de mayo de 2007 | |
SALVAR LA BODEGA Por Carmelo Martín.¡Salvar
la bodega! LOS TIGRES, ese grupo de
amigos que se reúne desde hace más de cincuenta años, clientes habituales de la
Bodega de Chago, también quiere
salvarla. Al
llegar al pueblo de Guía, en la puerta del mismo, te encuentras con un edificio
que, como la enorme proa de un trasatlántico te señala la encrucijada donde has
de elegir los tres diferentes caminos para acceder a todos sus rincones: el que
te lleva hacia Gáldar, el que va a la plaza de la Iglesia y, por último, el del
barrio de San Roque. Esa
casa, de arquitectura muy poco frecuente, ha albergado hasta hace poco tiempo
la Bodega de Santiaguito y más tarde de Chago. El local, de techos altísimos
y pintados de azul “cielo barruntando tormenta”, estanterías interminables en
color canelo llenas de estampas de santos -sobre todo de la Virgen de Guía-
fotografías de visitantes conocidos de la tienda, que no vamos a enumerar para
no pecar de exhaustivos, entre ellas la de Tomasín y carteles, muchos carteles,
advirtiendo al público de la filosofía financiera del establecimiento: “Piña
asada, piña mamada”, con el fin de disuadir a los posibles morosos. La mesa
central repleta de quesos de Guia de diferentes tipos, que Chago conoce al
dedillo y de los que hacía un maravilloso canto ante cada cliente. Había
sido una tienda de “aceite y vinagre” –por desgracia, quedan muy pocas en la
isla- con una mampara que separaba ambas clientelas, pero últimamente, con la
llegada de las grandes superficies perdió “el aceite” de su denominación y su
actividad y desapareció tal separación. Este
local entrañable, cuyo embrujo atraía sin quererlo a sus clientes, fue testigo
durante muchos domingos en que se celebraba el día de la Virgen de Guía -tercero
del mes de septiembre- de la parada del trono de la Señora a su puerta para
recibir la ofrenda de Chago y algunos clientes, entre los que cabe destacar a
Francisco Ortega (en nombre de su familia, cuya madre había donado el manto de
color verde que la Patrona suele llevar en algunas ocasiones) Desde la
puerta de la bodega sonaban las isas y folías de las diferentes parrandas que
con sus voces y sones querían rendir homenaje a la Virgen. Desde esa misma
puerta, el 19 de septiembre de 1993, inundó la calle, llenándola de ternura, la
maravillosa voz de María Mérida cantando a su Madre, Santa María de Guía. ¡Maravillosos
momentos irrepetibles en la historia del pueblo! Los
Tigres, que desde hace años acuden a la fiesta, ante la imposibilidad de contar
con un vehículo arrastrado por animales, se refugian en un rincón de la bodega,
disfrutando todo el día de lo que ellos llaman “la carreta varada”, recibiendo
y agasajando a los numerosos viandantes y amigos que se acercan hasta allí. En
nuestras excursiones gastronómicas por el norte de la isla, la Bodega es parada
obligatoria para tomar como aperitivo una “tabla” de quesos de Guía
seleccionados por la mano experta de nuestro amigo. Desde
nuestro rincón hemos sido testigos de cómo los turistas, nacionales y
extranjeros, llegaban hasta aquí para degustar sus magníficos quesos. ¿Qué podremos
decirles ahora, cuando, volviendo de nuevo a nuestra isla, quieran repetir la
grata aventura de sorprender a su paladar con la degustación del “queso de
flor” o “media flor” que les proporcionaba Chago? ¿Debemos
aceptar la triste realidad diciendo que “La Bodega” está “CERRADA” porque no ha
habido alguien, personas o instituciones locales, insulares o autonómicas, que
tengan suficiente sensibilidad para dejarse embrujar por ella y hacer lo
imposible por mantener erguido este “Monumento al queso de Guía”? ¡Salvemos
nuestra pequeña historia! ¡Salvemos la Bodega! LOS TIGRES |